Posted On 14/05/2013 By In Belmonte, 100 años de alternativa With 2344 Views

El melonero de Triana

Belmonte,100 años de alternativa

Belmonte entradilla

Relatos sobre las anécdotas que se recogen en el libro “Juan Belmonte, matador de toros” del autor Manuel Chaves Nogales.

 

El primero de aquellos dos torosfeos de Valencia tenía más de metro y medio entre cuerno y cuerno y la única preocupación de Belmonte era la forma de escapar a la hora de entrar a matar, no había más remedio, en la primera oportunidad te tuvo, Belmonte se perfiló y se tiró detrás del acero, cerró los ojos y al abrirlos se encontró en la arena y con el estoque empuñado, entonces pensó que aquello sería como en Sevilla y que nunca lograría matar a aquel mal bicho. El maestro volvió a coger la muleta y cuando se disponía a entrar por segunda vez quedó maravillado cuando vió al novillo desplomarse en la arena después de haber sufrido un metisaca certero que acabaría con su vida.

Cartel Belmonte en Valencia

 El crédito en Belmonte se había restablecido y,el segundo de los novillos que era más grande que el anterior, lo toreó el maestro con gran entusiasmo pero en un pase de rodillas fue cogido y no hubo más remedio que acabar en el hospital, allí estuvo un mes recuperándose y acompañado diariamente durante apenas unos minutos por una muchachilla Valenciana de cara bonita que desde el primer día desde la plaza no dejó de aparecer ninguna mañana. Cuando Belmonte intentaba hablar con ella, esta se ruborizaba y marchaba. Día a día la muchacha, como un Ángel de la Guarda, lo visitaba y Belmonte la recuerda entre sufrimientos y fiebres y dicha imagen la recordará para siempre.

Al salir del hospital Belmonte ya tenía cierto cartel de buen torerillo, lo contrataron para dos novilladas a razón de 16 duros cada una, dinero que mandaba a casa religiosamente. En estas dos corridas triunfó y las revistas de la época lo etiquetaban de diamante en bruto.

Mientras todo esto sucedía en Valencia, en Sevilla, Calderón seguía con su campaña de publicidad entre las tertulias taurinas de Sevilla. Mandó a Belmonte que le mandara varias revistas donde se hablaba de él como un diamante en bruto. También ayudó de lo suyo un vendedor de patatas del mercado de la Encarnación que lo vió torear y corrió la voz de que era un torerazo.

Mercado de la Encarnación

Mercado de la Encarnación

Las hermandades Sevillanas organizaban unas novilladas para recudar fondos para las procesiones en las que los carteles se componian con dos novilleros de cartel y el tercero se cedía a algún torerillo, puesto en el que Belmonte iría por primera vez, como torerillo invitado en el cartel de la Hermandad de San Bernardo el día 21 de Julio de 1912. Las entradas de las que había que hacerse cargo para entrar en el cartel, las pagaron D. Fco Herrera y D. Carlos Vazquez.

En las visperas de la corrida, Belmonte se fue de paseo por Triana y fue a visitar a su familia en la casa de vecindad donde vivian, al llegar y en la misma puerta había un puesto de melones y Calderón se acercó al buen melonero y le advirtió de que al día siguiente sacara el puesto entero por riesgo de que se quedara sin ningún melón vivo ya que al traer a Belmonte en hombros y entre el entusiasmo le iban a pisotear todos los melones.

Puesto de melones

Puesto de melones

El melonero miró a Belmonte de arriba a abajo y se encogió de hombros despectivamente pensando que eranunos locos insensatos. Al día siguiente la marabunta que llevó en volandas a Belmonte desde la plaza no dejó un melón entero al pobre melonero de Triana.

Cap.1.- Primera heroicidad

Cap.2.- Cazador de leones

Cap.3.- Ha nacido un torero

Cap.4.- Una verdad revelada

Cap.5.- El segundo de La Tablada

Cap.6.- El que para, manda

Cap.7.- Un “Tancredo”, veintitrés reales

Cap.8.- Juan “Er der Monte”

Cap.9.- Los panecillos de Elvas

Cap.10.- Rios de sopa y montañas de pescado

Cap.11.- El Cambiazo

Cap.12.- Aún hay justicia en la tierra

Cap.13.- Llegó el amor y Sevilla

Cap.14.- ¡Mátame,asesino,mátame!

Cap.15.- A Valencia con amor

Cap.16.- Estaba decidido, aquella tarde moriría

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