Posted On 16/08/2011 By In PEREGRINA 2011 With 2633 Views

Lunes, el día después

Lunes, el día después

“Tenían que hacer toros de tres orejas para Pontevedra” gritó ayer mi amigo y vecino de tendido Óscar. Y no le falta razón. La concesión de trofeos en esta plaza es exagerada como ya quedó expuesto en esta web en otras ocasiones. Sirva de muestra el alboroto general formado cuando el presidente ya había quitado dos pañuelos en el tercer toro. Se aplaude todo, pero con cariño. Hasta la extraña costumbre de los toreros de brindar al público (también se dedica todo a la concurrencia, independientemente de las condiciones del animal) y tras soltar por la espalda la montera, le dan la vuelta con el estoque simulado si quedó boca arriba. Ovación. ¿Tanto les costará colocarla en el suelo si lo que quieren es que quede boca abajo? Y si hay vuelta al ruedo, nueva costumbre: sacudida al capote y arrancamos con él extendido por detrás y arrastrado por el suelo. Feísimo. Además, corre riesgo peligro el puesto de trabajo de arenero en esta plaza.

Tercio de varas. Todavía existe pero es que antes era otra cosa. Su idea primigenia era calibrar la bravura del astado al acudir al caballo situado en la contra querencia, en la parte diametralmente opuesta a toriles. Lo que vimos ayer. Detallo:

1º 2 salvajes agujeros separados una enormidad tras rectificar el piquero, ni así acertó. Esto pasó junto a la puerta de chiqueros.

2º Carne picada por todo el cuerpo, perdón, lomo picado. No llegaban a las otras partes.

3º Un puyazo de cada picador, lo mismo que al quinto.

4º bis: Puyazo en toriles.

6º El único “bien” picado, vamos a dejarlo así. De la duración o dureza del castigo responde el torero, yo ahí no entro ni opino. Lo vi bien.

Entre todos los actuantes y basándonos sólo en los tres subalternos de cada matador, lógico sería que entre uno o dos sujetaran al toro mientras se colocan los caballos y el tercero acompañara siempre al que guarda la puerta, siempre. Pero esto es lo lógico y no lo que se hace y así sucede lo que sucede cuando el astado acude sólo y puede elegir libremente caballo y lugar.

Sr. Presidente: No hace falta esperar un cuarto de hora, no hay que masacrar un toro acudiendo de caballo en caballo para ser asaetado cuando lo vamos a cambiar. No valía y se pudo hacer antes. Excelentes en su labor los mansos. Justísima ovación.

¡Qué bien iban vestidos mis niños! Bonitos de verdad los trajes que lucieron, en especial los matadores. Y tras el palo, la zanahoria: los picadores todos de oro, que tanto le costó ganarlo a quienes les antecedieron en el caballo y la Historia. Personalmente no me gusta la mezcla de oscuro y azabache (Alcalareño) pero es simplemente una opinión. Además, grandísimo banderillero. El pasado día 7, tengo visto en las Ramblas hombres-estatúa con mejor pinta que la que lució uno de los Tejero con Ponce. ¿Se acuerdan de aquel “bronce”?

Finito de Teis

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